Por José Ángel Barrueco, El cuaderno digital, La Voz de Asturias.
«Hay viajes que pueden contarse y otros que no.» Así comienza el recorrido de Chantal Maillard por los paisajes y los recuerdos de su infancia, asociados al país donde nació. Un recorrido emotivo, bellísimo, que viaja a lomos de una prosa que evidencia el talento de la autora como poeta. Porque estamos ante unos Cuadernos de la memoria (tal es el subtítulo del volumen) y, por tanto, es un itinerario narrativo, pero siempre matizado con el toque lírico.
La encuesta se ha llevado a cabo del 5 al 15 de enero de 2012 entre los lectores de Pre-Textos. Hemos recibido 203 preferencias que han sido recogidas tanto a través de la web de la editorial como a través de Twitter. (+ Más informaciones sobre la encuesta)
Como segundo y tercer Mejores Pre-Textos 2011 han escogido:
“Ítaca, cualquier Ítaca, es un lugar interior. Ese origen al que, en determinados momentos de nuestra vida marcados por un esencial cansancio, anhelamos volver no es un lugar geográfico, ni tampoco metafísico, sino un estado. (…) Acaso la inocencia no sea otra cosa que la incapacidad para el juicio, y ésta sea la razón de que, en los primeros albores de la existencia, el mundo sea experimentado con sencilla y gozosa plenitud. Ese gozo sin motivo, esa plenitud es a lo que nos referimos cuando hablamos de ‘la infancia’ con nostalgia, es lo que esa palabra significa, lo que señala. Y si del territorio en el que transcurrió nos vimos, por cualquier motivo, exiliados, es a él al que ingenuamente creemos que hemos de volver para recuperarla. Mi Ítaca es, o ha sido, Bélgica”.
Bélgica no es una autobiografía, tampoco es un libro de viajes. Es el itinerario de una conciencia que se observa simultáneamente en los dos tiempos, pasado y presente, en los que se hace memoria, sin tampoco prescindir de los intervalos. Convencida de que lo más importante en un texto no es lo que dice sino lo que no dice, Chantal Maillard tiene por costumbre provocar al lector invitándole a introducirse en los márgenes y extraviándole en las distintas versiones que de la realidad puedan darse. Siempre a contracorriente, esta autora, cuya escritura atraviesa todos los géneros, reivindica, frente al aforismo de la modernidad, el fragmento como expresión, sintética pero abierta, de nuestra época.